martes, 5 de enero de 2010

La verdad sobre los reyes magos

Obviamente no voy a decir que no existen eso ya lo sabemos todos, pero la cosa es ¿existieron realmente? Como ya puse sobre la verdad de la Navidad, la realidad sobre los Reyes Magos es más como se diría ahora obra del merchandising que leyenda o historia.

Si hojeamos los evangelios poco o nada encontraremos, sólo nos explican que llegaron “unos magos de Oriente”, pero no nos dice cuántos son, ni en ningún momento los llama reyes. Lo que sí deja claro es que traen tres presentes, los consabidos oro, incienso y mirra.

Una puntualización más al respecto: en la época la palabra mago significaba más bien sabio que hechicero. Judíos, los orientales, es decir mesopotámicos, persas, hindúes, etc... eran pueblos que destacaban por sus conocimientos en astrología, astronomía y matemáticas, entre otros. Dichos magos solían pertenecer a la religión del Zoroastrismo, ancestral culto persa, al que tanto debe el cristianismo.


En los evangelios declarados heréticos por el Concilio de Nicea, del que ya os hable, hay mayor información.

Por ejemplo en el Protoevangelio de Santiago se nos informa que Jesús no nació en una cuadra rodeado de animales, (invento del amigo Francisco de Asís, y es que en el siglo XIII ), sino en una cueva como corresponde a un dios solar.También deberíamos cambiar de lugar el sarao, ya que otras tradiciones apuntan a que Jesús de Nazaret nació en Nazaret.

En otro texto apócrifo, el Evangelio Armenio de la Infancia, nos narran como los Magos le traen al Niño un cuarto regalo, ni más ni menos que el Libro de Seth, a lo que parece, un tratado hermético egipcio, regalo a tono con el personaje. A simple vista puede parecer que en Armenia los Magos venían cargados, pero teniendo en cuenta que allí son doce y que la Navidad la celebran en la misma fecha que la Adoración de los Magos, 6 de Enero.

Y es que el amigo Mateo no precisó un número de Magos, por que unos echaron la cuenta a Mago por regalo, y los apócrifos no se aclaran , van desde doce en Armenia, a dos, cuatro, siete y ¡hasta sesenta¡.

También un mago llamado Azael partió al encuentro de sus colegas, guiado por la Estrella de Belén y portando tres regalos. Pero por el camino nunca pudo alcanzar a los otros tres magos ya que no pudo evitar ayudar a distintas personas y estuvo años vagando por las ardientes arenas pero al final llegó a Judea, sólo que ¡33 años tarde! Llegó justo, para pedir disculpas a Jesús en la cruz por el retraso.

¿De dónde narices viene todo el resto de la parafernalia?

Entonces llegamos al siglo VI, en la ciudad de Constantinópolis (Estambul). En el único resto que quedó en pie del Imperio Romano Oriental, el Imperio Bizantino. Allí continuaban las violentas disidencias religiosas que azotaron todo el Imperio desde que el cristianismo fue una religión oficial. En medio de todas éstas auténticas guerras de religión (entre iconoclastas e iconodoulos , es decir entre detractores y partidarios de las representaciones plásticas de los personajes sagrados), los iconodoulos, que estaban respaldados por el Emperador, decidieron utilizar los pasajes referentes a los Magos de Oriente en beneficio de la causa imperial y de los iconos. Transformaron a dichos sabios en reyes, para reforzar el carácter imperial de Jesús, y de paso divinizar el rol del Basiléous (Emperador).

Otro expediente al que recurrieron los canónigos imperiales para unir más estrechamente las figuras de Cristo y el Basiléous, fue dar patria a unos magos que ahora eran reyes, y que deberían serlo de algún sitio. ¡Ah! Y por cierto habría que ponerles un nombre, ya que en los evangelios no lo tienen. Eligieron varias fórmulas según las distintas Iglesias del Imperio, combinando nombre y lugar sobre el que reinaban, ejemplos:
Bicisarea o Baltasar (Arabia), Melichor o Melchor (Persia) y Gazaspa o Gaspar (India). Sus nombres en griego serían Apellikón, Amerín y Damaskón, y en hebreo: Magalath, Galgalath y Serakin .
El resultado de toda ésta campaña propagandística, se convirtió en un paralelismo de una presentación de credenciales por parte de embajadores de reinos extranjeros ante el Basiléous. Éste tenía una vocación de dominio político universal, también sobre los territorios a los que adscribieron a los Magos, que concretamente estaban en la periferia del Imperio en ésta época.

En una de las primeras representaciones gráficas de los Magos en las catacumbas Priscilas de Roma en el sII , éstos son representados sin atributos regios ni mágicos, simplemente como nobles persas con largas túnicas, en número de tres y sin que consten sus nombres individuales.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del s.VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa tocados con un gorro frigio, y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres: Melchor, Gaspar, Baltasar...

A finales del siglo XIV, con la exploración del África Negra, empieza a tenerse contacto con personas de raza negra, lo que motiva que el mago que en algunas tradiciones era provinente de África (Baltasar).

Como se les atribuye un carácter político, se crean unas reliquias que van de Milán o Constantinopla a Colonia. En siglo IV los encuentra Santa Helena y los traslada a Constantinopla. En tiempos del Emperador Bizantino Manuel, un religioso griego llamado Eustorpio es elegido obispo de Milán y se lleva allí los 3 cuerpos. En el siglo XII, durante la guerra del Sacro Imperio contra la Liga Lombarda, el Emperador Federico Barbarroja, saquea Milán y se lleva las reliquias a Colonia. Hoy día permanecen en la catedral de Colonia, sobreviviente milagrosamente al Raid de los 1000 bombarderos de la RAF en 1942. P.D. La Iglesia ya no se arriesga a hacerles un Carbono 14 que desvele la mentira.

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